¡Tremendo! Estás tranquilo, haciendo tus cosas, cuando de repente tu empresa se va al garete por un incendio, una inundación o, peor aún, un vendaval que se lleva hasta las ideas. Pero espera, lo mejor está por venir: toca lidiar con el seguro. Y aquí es donde empieza el verdadero espectáculo.
Primero, vas corriendo a llamar a tu agente de seguros, el de toda la vida, con la esperanza de que te eche un cable. Pero, ojo, que ese tipo es experto en vender pólizas, no en resolver marrones. Y lo peor es que, aunque le pagas todos los meses, lo único que hará es pasarle el marrón a la aseguradora. ¿Y qué hace la aseguradora? Pues ponerse a mirar con lupa tu póliza para ver por dónde no pagarte. Sí, has leído bien: NO pagarte.
La trampa del contrato de seguro: El detalle que te puede costar caro
Si hay algo que tienes que hacer cuando tu empresa se ha venido abajo, es sentarte con un café (o algo más fuerte) y repasar el contrato. Ese documento, que nadie se lee hasta que lo necesitas, es la clave. Porque la aseguradora está deseando encontrar alguna exclusión que le permita decirte: «Lo siento, esto no está cubierto». Y créeme, lo encontrarán si pueden.
Así que nada de prisas, que las prisas solo llevan a problemas. Revisa lo que tienes cubierto y, si no lo ves claro, busca a un experto que lo haga por ti. No lo dejes en manos de tu mediador de seguros, que es un crack vendiendo, pero no tramitando desastres.
Todo por escrito, y que no se te escape ni una coma
Aquí va otro truco: nada de llamadas rápidas para explicar el siniestro. Todo por escrito. Redacta tu declaración del siniestro con más cuidado que un discurso de bodas, porque si te equivocas, pueden agarrarse a lo que digas para no pagarte. Describe lo sucedido con precisión, que encaje con lo que cubre el seguro. Y no, no exageres ni intentes colar cosas de más, que te pillan.
Pruebas, pruebas y más pruebas
Este es el momento en el que te conviertes en detective. Fotos, documentos, vídeos… todo lo que tengas. Eso sí, no les des más de lo que necesitan, que lo que no sea imprescindible puede volverse en tu contra. La aseguradora no es tu amiga, es tu adversario en este juego. Cada detalle cuenta.
El consejo maestro: Un solo interlocutor
Cuando vengan los peritos de la aseguradora, ni se te ocurra dejar que hablen con cualquiera de tu empresa. Solo una persona debe hablar con ellos, y esa persona debe ser la más lista y cauta que tengas. ¿Por qué? Porque una palabra fuera de lugar y puede reducirse la indemnización ó, lo que es peor, esfumarse.
Y si todo esto te parece un follón (porque lo es), no te preocupes. Gabinete Pericial Murcia está aquí para ayudarte. Nos encargamos de todo, desde la reclamación hasta la tramitación, para que puedas centrarte en lo importante: seguir adelante con tu empresa.